En los límites de la meseta castellana, en medio de un vacío que viene a simbolizar todos los vacíos, se agrupan las viviendas del municipio leones de La Bañeza. Su postal interior puede suponer una contradicción, porque si bien la población se concentra en torno a los símbolos, las plazas y sus calles, a pocos pasos encontramosuna periferia extensa teñida de ocres, amarillos, a veces verdes, de un paisaje agrícola zurzado por surcos que también están sembrados en la memoria. En gran parte, la XV BEAU quiso hacer visibles a estas ciudades. Lugares llenos de vida estival; olvidadas en el duro invierno. Referentes – al tiempo que romantizadas – para aquellos que viven en la densidad.
Es muy posible, que tras la crisis sanitaria el vacío haya dejado de ser un concepto peyorativo para convertirse en un deseo, probablemente idealizado, de una vida en una comunidad más pequeña al tiempo que próxima. La necesidad de proveer de un nuevo humanismo – si ese es el objetivo de la arquitectura española de los tiempos recientes- a una sociedad agotada mentalmente, pasa, necesariamente, por repensar una ciudad demasiado grande. La jaula social en la que vivimos – como la definió el artista inglés De Waal – debería ser más próxima, como gran parte de las arquitecturas premiadas y expuestas en la XV BEAU. Y tal vez, La Bañeza, o mejor dicho Las Bañezas que se reparten por el territorio podrían ser un referente en la re-construcción sentimental y mental, racional e irracional, de nuestro contrato social.
La XV BEAU – trasladada a este municipio desde la cosmopolita Barcelona gracias al apoyo financiero de la Junta de Castilla y León – simboliza la expresión de un lema que no debe – ni debería – agotarse como eslogan publicitario, titular fácil o referente literario. En cierta manera, las arquitecturas de esta edición manifiestan voluntades que son el reflejo de los anhelos de una sociedad que ha agotado el crédito del show, la fiesta formal o el sinsentido de lo insostenible.
En estas ciudades, al igual que en las obras premiadas en la BEAU, se refleja una militancia con la cultura local que no significa más que el arraigo a la tierra, el equilibrio de sus gentes con el medio ambiente o el empleo de técnicas y materiales de la zona; sin olvidar los principios universales de la disciplina de la arquitectura. La crisis económica y ambiental ha puesto el foco en conceptos que han abandonado el discurso minoritario para convertirse en generalistas; como economía circular, sostenibilidad, resilencia, renaturalización. No es nada que no se conociera en la España despoblada, donde los recursos son aprovechados y reutilizados constantemente desde hace siglos, donde los presupuestos son estirados hasta lo imposible, donde existe un equilibrio – fundamentalmente por necesidad – con el medio. Solo faltaba ir, volver y escuchar; no es necesario inventar nuevas palabras. Siempre estuvieron ahí.