“Estos días estoy construyendo una casa en la aldea, la tierra de mis antepasados, en el olimpo celta [1].
En realidad, es una rehabilitación de una pequeña cuadra para animales de grandes sillares de granito bien concertados.
Casi como ocupar una cueva.
Voy a utilizar solo tablones de madera de pino de Oregón de 7 cm de espesor para resolver los forjados.
Ustedes se preguntarán, y por qué de Oregón y no del país.
Esa es una lucha entre las polillas y yo.
Las polillas sufren más del estómago con una madera que no es autóctona y eso, al menos, es ganar la primera batalla.
Los forjados tienen que salvar una distancia entre apoyos de 5,20 metros.
Los tablones sueltos sin encolar ni machihembrar lo resolverán todo ayudados de unas sencillas cinchas de camión. El carpintero que me vendió las maderas dice que no va a funcionar, el calculista de estructuras, un tipo infalible, tiene serias dudas, y yo no hago más que apelar al sentido común o lo que es lo mismo, recordar aquella frase evasiva: «Pero si Dios trabaja a tracción» … Pronto sabremos si, como escribía el viejo Oteiza, «existe Dios al noroeste» [2], o tal vez no.” [1] Hace referencia al Monte Pindo que se encuentra en el concello coruñés de Carnota. [2] OTEIZA, Jorge: Existe dios al noroeste, Navarra: Pamiela, 1990.
Colaboradores: Patricia Herráez, Mario Azorín.
Arquitecto técnico: Diego Castellanos.
Otros técnicos: Juan Rey - Mecanismo, diseño y cálculo de estructuras, S.L.
Contratista: Manuel Barreiro Castro