Desurbanizar ciudad Un camino de sol y sombra La senda de las moreras se encuentra en la Vega Baja de Toledo.

Un vacío de disputa entre el hiperdesarrollismo especulativo y el inmovilismo historicista, en la rica llanura productiva que serpentea el Tajo, donde lo natural abraza las fábricas de las murallas de la ciudad en lo alto. Paralizado el crecimiento en ensanche de 1800 viviendas previsto allí a los inicios del 2000 por la aparición de importantes restos arqueológicos, el lugar derivó en su protección administrativa y vallado.

Su secular carácter abierto y transitable degeneró en vacío estigmatizado de pesimismo urbano, abandono y frontera entre barrios. El proyecto es un camino de tierra, una alineación precisa de moreras que une el territorio artificial de la ciudad y el río.

La senda suprime las inoperantes vallas, cruza el lugar, protege los restos, recupera la memoria de sendas periurbanas asociadas a la producción de seda y devuelve el vacío -el paisaje natural- a la ciudadanía.

El talud asimétrico eleva el camino y el plano de visión sobre los restos arqueológicos.

Se construye con las mismas terreras de la excavación arqueológica en diferentes capas, para sostener, proteger, drenar, alzar y caminar.

La calle -camino- ahora está llena de paseantes al sol del invierno y sombra del verano, revelando que el orden natural tiene un enorme potencial en la calidad de vida, en el proyecto de una ciudad más austera, respetuosa con la naturaleza, solidaria, social y sensata.

Un nuevo camino en una ciudad vieja.