Se trata de resolver un taller de cocina donde ensayar posibles recetarios e impartir cursos de gastronomía.
El uso de taller de cocina remite a una labor comunitaria en la que el hecho de cocinar se abre a un conjunto de personas, ya no es proceso oculto sino acción desvelada en la que el cocinero, verdadero oficiante de esta ceremonia, revela el secreto a los asistentes.
Esta condición de acción participada evoca una liturgia asamblearia que, junto a la centralidad que confiere el pilar de fundición existente, sugieren la configuración de un espacio alrededor del acto de cocinar.
Proponemos entonces un lugar enroscado en torno al pilar que polariza el espacio, subrayando su centralidad mediante múltiples geometrías circulares y concéntricas como máxima expresión del espacio de encuentro.
Mediante un biombo curvo de madera de fresno se define el espacio central del taller, reservando el espacio intermedio surgido entre la cara convexa de la circunferencia y los límites del local para las pequeñas estancias necesarias.
Se ofrece así una lectura clara de un lugar reducido como éste, en el que los usos servidores quedan desplazados a los márgenes.
Una mesa regulable, hecha con maderas de las calles de Sevilla recuperadas tras la poda anual o tras ser vencidas por el viento, completa esta intervención.
Cabría decir que la propuesta sucede instalada más que construida y que la relación con el soporte existente es más de contraposición que de interacción: la de un espacio deseado contra una estructura dada.
Colaboradores: Elena González Gracia, Arquitecta Rosa Gallardo Parralo, Arquitecta.
Arquitecto técnico: Cristobal Galocha Valero.
Contratista: Alejandro Fern"ndez Carbonero, Carpinter!a Manuel e hijos, Nicholas Chandler y