La arquitectura ha vivido preocupada por la ciudad y sus futuras transformaciones, pero el futuro de la ciudad podría ser el pueblo si ponemos la mirada en el colapso climático y político.

Casa Calixto nos permite entender la capacidad de los contexto rurales para generar nuevas realidades biopolíticas. La casa se sitúa en el borde exterior de Puebla de Don Fadrique, en el límite entre el espacio urbano y el agrícola.

De esta manera se enfrenta a la cuestión del borde, asunto fundamental en el paisaje rural, deteriorado por un desarrollo urbano desarraigado y con la intención de generar un patrón centrado en la materialidad que reconcilie la arquitectura contemporánea y la vernácula. Un muro perimetral que, en continuidad con los muros del paisaje local, genera una diferencia de cota que nos permite un doble diálogo: observar un paisaje subrayado desde su interior a la vez que permite la privacidad de un jardín respecto a la miradas externas.

La transición entre la materialidad de piedra que rodea la casa como un muro plegado y el interior, se produce a través de una gran boca horizontal abierta al jardín y el paisaje, y dos lucernarios verticales para la entrada de luz.

El jardín, que se recorre a través de una "promenade architectural" entre la calle y una nueva cota sobre el paisaje, no se entiende como la “no-casa” sino como un intermediario con el paisaje a través de una nueva topografía.