2018, concurso para la ciudad deportiva, un programa indefinido y abierto, planteaba reunir aquello que conforma nuestras ciudades: Lugares públicos, colectivos, usos diversos… El MITO DE LA FLEXIBILIDAD y la arquitectura. El “rural”, único territorio posible hoy para una operación de esta entidad.

Proponemos un sistema abierto de ocupación del lugar, capaz de acoger programas evolutivos, adecuado al medio y paisaje, para una sociedad que ambiciona el re-encuentro con la naturaleza, con diversidad de atmósferas y ritmos de vida Galicia, donde la dispersión y el tejido residencial se cosen con hilos de ligeras infraestructuras y una escala propia del sitio y el clima.

El territorio rural, enormemente más capaz y dinámico que nuestro urbanismo, necesitado de nuevos usos que ayuden a paliar la despoblación y el reencuentro de la sociedad con un hábitat capaz de proporcionar equilibrio entre hombre, arquitectura y medio, diferente a la escena urbana. El habitar rural es un conjunto de piezas en equipo con el paisaje.

Nuestra arquitectura resulta de la agrupación de piezas especializadas aglutinadas por espacios semiclimatizados, intermedios, que aportan el “otro” programa y los “otros” ritmos de la vida. Tres atmosferas responden a las diversas posibilidades y tres materiales las construyen. Lo materializamos como si habitásemos los muros que han construido el paisaje de socalcos, haciéndolos ligeros.

Generando espacios interiores de madera intimos , espacios burbuja translúcidos que permitan una experiencia del ambiente exterior, y “aire semi-climatizado”, para ofrecer una total inmersión en el medio, sus ritmos estacionales y su amplia escala