#casanúmerocero está situada en un barrio de nueva creación, con edificaciones dispares que se aproximan invadiendo la intimidad de los vecinos.
En el encargo para construir la casa, subyace el deseo por habitar un paisaje intimista para una vida tranquila, con el fin de reponerse al infortunio de un accidente que arrebató gran parte de la capacidad sensorial de su hijo. A partir de esta doble premisa, del lugar y sus moradores, la casa se aborda desde dos propósitos que se unen en una estrategia espacial.
Uno más disciplinar; basado en la idea de la construcción de una isla dentro de contexto.
Otra más experimental, trabaja sobre la percepción del espacio doméstico, la experiencia de las rutinas diarias ante las diferentes capacidades sensoriales de sus habitantes. Ppara conseguir esta ambientalidad, la casa se configura mediante estancias rotondas, con lo que se consigue suavizar, neutralizar y ablandar los espacios; la luz que se envuelve por la curvatura y continuidad de la pared, produciendo un efecto que motiva la serenidad.
Aasociar cotidianidad y fenomenología como experiencia vital. La casa se configura por la agrupación de estos espacios circulares, sin jerarquía y uso específico.
Estos cilindros van dejando espacios vacios a modo de patios y terrazas.
Disponer varios núcleos de escalera, dentro y fuera, posibilita un recorrido sin fin aparentemente laberíntico.
Esto, junto a la indefinición de los usos, permite múltiples posibilidades de organización interna de las estancias, donde lo público y privado se puede redefinir adaptandose a las necesidades actuales y futuras.
Colaboradores: Jorge Salguero Ropero, Rubén Vegas y Graziano Camelia.
Arquitecto técnico: Ángela Sáez.
Contratista: Jerónimo de Los Jeromicos