En Alosno, un pueblo pequeño del Andévalo onubense, conocido por sus fandangos y sus chacinas de cerdo ibérico, la cercanía a las minas de Tharsis y su arquitectura inglesa, se nos encarga una casa de pueblo tradicional, con un programa compacto muy compartimentado que incluye además un garaje exento de la vivienda.
Otro requisito será el disponer todo el programa en una sola planta, en una parcela de siete metros de fachada y cuarenta de profundidad.
Con estas condiciones proponemos de nuevo un ejercicio de pragmatismo crítico: una buena oportunidad para reflexionar sobre los clichés propios y ajenos en un proyecto forzosamente local.
Esta casa arquetípica se construye con un sistema constructivo tradicional, pero que no deja de ser novedoso para nosotros: muros de carga en crujías paralelas a la fachada, con la peculiaridad de aprovechar la gran profundidad de la parcela para hacer del testero largo la nueva fachada principal de la vivienda, de manera que construimos la casa en una planta, con una única crujía y a un agua a lo largo de esos 40 metros.
Con ese mismo ánimo, la cara exterior del muro de carga de fachada se curva rítmicamente para soportar mejor, tanto estética como estáticamente, la gran cubierta inclinada de teja plana.
Así alternamos dos tipos de ladrillo, uno rectangular y otro de esquina curva, para desdibujar el efecto tapia de un paramento de 40 metros de longitud.
En este nuevo orden de paños curvados reside la diferencia entre el ritmo y el tedio.
Colaboradores: Anna Marchant, Isabella Duffield, Jane Ching-Yee Ling, Matthew Forbes-Yandi, Anabel Orellana, Rohit Nandha.
Arquitecto técnico: José María García Soria.
Otros técnicos: Pedro Lobato, Estructuras. Víctor Silveira, Instalaciones.
Contratista: Construcciones en general Borrero y Redondo SLL