Aguamarga constituye un paisaje de lo desértico, de la tierra ocre y la piedra caliza que recibe el mar.
Se trata de un paisaje desnudo donde se proyecta un lugar de jardín y agua, una alberca de baño para una casa familiar.
Tanto la alberca como el jardín recogen las referencias del paisaje en el que se insertan y establecen un diálogo con la tradición: el jardín es seco, una losa de hormigón que en su composición utiliza áridos extraídos de la propia excavación de la alberca para obtener su color y materialidad, una alfombra de tierra que se recorta dejando un espacio para que chumberas y cactus crezcan; la alberca recupera la estructura tradicional con elementos para el riego y el control del agua.
El partidero es el lugar del que brota el agua para ser introducida en un circuito que conduce a un rebaje o aliviadero que permite fraccionar con precisión su caudal hasta su llegada a la piquera, un estrechamiento que evita las turbulencias y derrama el flujo al vaso, donde el agua queda almacenada.
La nueva alberca aprende de la materialidad vernácula al emplear la piedra caliza local.
Sus formas responden a una revisión hedonista y placentera de lo que entendemos por una alberca rural: el agua brota de un partidero o pilar para ser recogida en el aliviadero, un canal de agua escindido que registra el descenso para el baño, para después verterse al vaso principal a través de un estrechamiento o piquera.
Contratista: Construcciones Aguamarga