Como nos indica el topónimo, el conjunto se acomodaba a la ladera con una sucesión de terrazas que acogían usos complementarios.
Así pues, los trabajos iniciales de consolidación y conexión entre las distintas plataformas resultan clave para comprender la lógica del lugar y determinar el concepto general de la intervención. La casa se estructura en dos niveles, con los espacios exteriores como extensión natural de los interiores.
Las zonas comunes se disponen en la planta superior; la orientación Norte permite una relación muy directa con la era y con la vieja higuera, otrora gallinero.
La intimidad no se resiente; la luz es matizada, reflejada, indirecta. La lógica constructiva nos sirve de nexo con el pasado.
En nuestro ánimo, recuperar la escala… con el impulso experimental, muy presente, que cuestiona todas las inercias.
Ha sido fundamental el compromiso y la implicación de los distintos equipos de profesionales.
Todos los trabajos de construcción y consolidación de las fábricas y estructuras se hicieron reutilizando materiales de derribo: piedra, aparejada con mortero de barro de una antigua barreira…; madera, reutilizada o procedente del entorno, pero mecanizada y perfilada en talleres locales…
Colaboradores: Carla Agra García (Arquitecta), Jaime Novoa Míguez (Arquitecto), Abraham Viqueira Portos (Arquitecto), Marcos Beiras Duarte (Arquitecto), Carlos Pérez Lousame (Arquitecto), Miguel Raposo Rodríguez (Ingeniero).
Arquitecto técnico: Francisco González.
Contratista: Por administración