La nueva edificación busca su forma en la naturaleza que rodea, inspira y caracteriza a la ciudad, en la blandura y domesticidad del jardín trasero que abraza a la casa madre, y se amolda, casi líquido, a los bordes del solar.
El proyecto es fiel a la esencia de lo existente y el conjunto que se propone no difiere mucho de lo que el solar ahora es: una casa con un jardín.
Permanecen las trazas contundentes, la volumetría rotunda casi intacta, pero el aparente hermetismo se disuelve en los recorridos suaves que, reflejo del recorrido exterior entre patios, se suceden en el interior de la zona nueva y colonizan la geometría ortogonal y pétrea de la Casa Grande.
El conjunto que se propone, una suma de horizontalidades que produce verticalidades- como la tierra, como las montañas- trata de hacer visible la sorprendente presencia de lo posible, esto es, la dulce perplejidad humana arropada en aquello que permanece y aquello que cambia, lo previsible y lo sorprendente.
La segunda fase del centro pretende crear un atractor cultural eficaz y versátil, con una imagen clara y equilibrada.
Un volumen sencillo y reconocible, desde el punto de vista formal y constructivo, establece un ajustado diálogo con la Casa Grande y permite redistribuir las funciones para albergar la administración de la Fundación, la sala de exposiciones temporales, la biblioteca y los talleres.
Colaboradores: Carlos Brage, Andrés Regueiro, Ruben Arend, Rosa Bandeirinha, Inés García de Paredes.
Arquitecto técnico: Sancho Páramo Cerqueira.
Otros técnicos: Alfonso Gómez Gaite (Gogaite S.L.), Estructuras.
Contratista: VIAS