La obsesión por crear un método universal de clasificación ha sido una constante en la historia del arte, la literatura y la arquitectura.
Alquimistas medievales, mecenas renacentistas y nihilistas de las vanguardias se vieron envueltos en la quimérica tarea de codificar el mundo a través de dispares taxonomías; en el siglo XX, arquitectos como John Hedjuk o Louis Kahn cimentaron su teoría compositiva en la construcción de un alfabeto propio para cada nuevo proyecto.
Un sugerente catálogo de arquitecturas primarias capaz de revelar permanencias históricas como si de las letras de un abecedario primitivo se tratase: la “casa”, el “templo”, el “mercado” o la “torre” construyen una colección de lexemas arcaicos —referenciando a Aby Warburg y su Atlas Mnemosyne— que muestran cómo el mundo puede ser explicado a través de un escueto abecé arquitectónico.
Este artículo indaga en uno de esos axiomas, “el puente”, icono que traza las conexiones fundacionales de tres proyectos no construidos: las mascaradas de John Hejduk, el Puente de Rialto de Andrea Palladio y el Palacio de Congresos de Louis Kahn.
Con Venecia como soporte físico y onírico, esta terna de proyectos prueba cómo sus creadores reducen la idea de proyecto a un aforismo construido.
- Memoria
- Aby Warburg
- Tipo
- Mascarada
- Carpaccio
- Ciudad análoga