La exposición de Barcelona se divide en dos partes:
La primera, exterior, está compuesta por diez estructuras metálicas a modo de grandes carteles zigzagueantes que muestran dos fotografías de cada una de las obras premiadas en el Panorama de Obras.
Estas fotografías han sido realizadas ex profeso por el artista Jordi Bernadó con la intención de ligar la exposición de estas obras con el tema de la Bienal. En este sentido, las dos fotografías de cada proyecto son una visión de “campo” y otra de “contracampo” de cada obra, de manera que obra y contexto se fusionan en una sola imagen y nos hablan tanto de los proyectos premiados como del territorio y contexto en el que se asientan.
La colocación de las fotografías de manera fragmentada en las estructuras en zig-zag permite ver las dos imágenes a la vez y, al mismo tiempo, y dependiendo del punto de vista, permite ver una o la otra a medida que nos movemos alrededor de las piezas, estableciendo una relación personal y corpórea con cada uno de los visitantes.
La segunda parte de la exposición, en el interior del pabellón, completa la información de la primera a través de veinte videos realizados por el mismo artista, uno por cada obra premiada, que nos ofrecen una visión panorámica del contexto de cada una de las obras, y nos permiten acabar de cerrar los interrogantes que las fotografías del exterior nos han planteado.
Campo contra campo: flâneur 360
Veinte obras de arquitectura. Veinte autorías. Un fotógrafo (convertido en flâneur) y un teléfono móvil. Sin ninguna pretensión de virtuosismo técnico, pero con la firme voluntad de dejar un testimonio ante la belleza de las veinte obras que visita y retrata, Bernadó captura el entorno infinito de todo cuanto le rodea. En un giro continuo de 360º, el artista realiza una grabación a la vez documental y poética de los escenarios premiados en la XV BEAU. Acepta la realidad que condiciona su acción: el pulso le tiembla, hay cambios de ritmo, se oyen voces, entran en escena transeúntes esporádicos, pájaros, naturaleza. No existe sublimación alguna, tampoco idealización, tan solo una reivindicación real, honesta y respetuosa de la belleza imprevista que la Arquitectura puede crear a su alrededor. Y, al final, uniéndolas a todas, el cielo. Esa inmensa cotidianidad que nos envuelve a todos.
Jordi Bernadó