Una casa, cerámica, ubicada en los alrededores de la ciudad de Valencia entre el mar y la sierra.

Una “humilde vivienda a más no poder” que debe su forma a algo que es sólo una parte de la misma, la pieza cerámica (240 x 115 x 90) en su estado natural, ,matérica. La casa se resuelve compositivamente con un volumen rectangular, depurado y contundente.

En el exterior, un porche para estar al aire libre que nos protege del sol, y una alberca para refrescarse sobre un pódium también cerámico.

Una vivienda expuesta al clima y soberana del lugar.

Tan sencillo como esto.

El espacio es la estructura y la estructura configura el espacio.

Estructura que se adintela revelando un interior aéreo y ligero, hecho de ocho recintos iguales.

Un grueso plano cerámico y en penumbra que, apenas sujeto por el aire, flota encima nuestro, trasmitiéndonos cierta idea de levedad a pesar de su pesantez material.

Los paneles correderos compartimentan las estancias a la vez que las disuelven en un interior unitario, continuo y horizontal.

De esta manera el espacio que habitamos, pintado de blanco, queda confinado entre dos mundos cerámicos: el inferior que pavimenta el espacio, y el superior que lo acota y delimita. La organización de materiales y las soluciones constructivas adoptadas, priorizan un óptimo comportamiento energético. Es, sobre todo, una vivienda que reivindica lo "artesano", en el que se reivindica la técnica frente a la tecnología y en el que se recupera la idea de oficio, del “hacer”.