La casa subterránea (1973-1975) de Fernando Higueras es un proyecto autobiográfico.
La arquitectura subterránea ya había formado parte del plan parcial de urbanización de Playa Blanca (1963) en Lanzarote, y la casa en Madrid representa la traslación de la arquitectura vernácula a un contexto urbano.
El vínculo de Higueras con la isla canaria es fruto de la relación con el artista César Manrique, para quien el arquitecto construyó su primera casa en Cercedilla (Madrid).
Esta relación personal, los primeros proyectos de Higueras, y el interés del arquitecto por la arquitectura vernácula (Villages and Towns), revelan las influencias presentes en la casa subterránea.
Es preciso recordar que la elección de la ubicación de la primera casa estudio de Manrique en Teguise, acomodada en una serie de burbujas volcánicas parcialmente enterradas, fue una sugerencia de Higueras y Pedro Massieu.
El conocimiento de la isla por parte del arquitecto se intensificó durante la colaboración para el libro Lanzarote, arquitectura inédita (1974) liderado por Manrique.
En él, Higueras contribuyó con el texto “Notas sobre una isla” citando el proyecto Ciudad de las Gaviotas (1970) en el Risco de Famara, en el que usó el término “rascainfiernos” para describir la conexión entre diferentes niveles de jardines excavados y la base del Risco.
En sintonía con el lenguaje “natural”, Alberto Humanes Bustamente se refiere a la obra de Higueras como una “arquitectura erizo” que da lugar a “edificios con una importante coraza exterior y con un interior suave”, como en las cuevas habitadas que Higueras estudió en el sur de España.
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